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PATRIMONIO INDÍGENA EN INTERNET: Sobre las políticas de identidad de la fotografía chicana en la era digital
- Editorial: transcripción (imagen)
- Año: 1.ª edición (9 de agosto de 2017)
- Tapa blanda: 316 páginas
- ISBN-10: 3837640019
- ISBN-13: 978-3837640014
Los chicanos han luchado por el reconocimiento cultural y la igualdad social en la sociedad estadounidense desde finales de la década de 1960. Su herencia indígena representa un elemento esencial de su identidad y autenticidad artística. A partir de 27 entrevistas con fotógrafos y activistas chicanos como Delilah Montoya, Kathy Vargas, Lupita Murillo Tinnen, Harry Gamboa Jr., Oscar Castillo, Orlando Lara, Robert C. Buitrón y David Bacon, Laura M. Corkovic analiza la eficacia con la que utilizan internet en su lucha. En cuatro estudios de caso específicos, explora la importancia de las culturas indígenas en la fotografía chicana contemporánea y su presentación en línea en comparación con los medios impresos.
Desde sus inicios la fotografía en México ha sido un género artístico dominado por no indígenas y la cultura indígena una constante temática dentro de la misma. No fue hasta los 1990s cuando surgieron los primeros grupos de fotógrafos indígenas profesionales que además de tener gran éxito en México, lograron atención y reconocimiento a nivel internacional. Con sus trabajos enriquecen la visión de los fotógrafos no indígenas conocida hasta entonces y dan nuevo rumbo a la presencia del mundo indígena en la fotografía mexicana. En esta tesis doctoral decidí poner en directa comparación ambos grupos de artistas para así subrayar las similitudes y disparidades en sus trabajos. Para este propósito seleccioné un grupo lo suficientemente representativo dentro de la abundante producción fotográfica no indígena y, en el caso de los indígenas, escogí a los fotógrafos más conocidos del país. Como parte esencial del proceso de investigación, conduje más de cincuenta entrevistas tanto a fotógrafos indígenas como no indígenas, y así también a diversos personajes del medio cultural mexicano. En ello descubrí cuáles son los grupos étnicos más fotografiados a finales del siglo XX y llegué a algunas observaciones respecto al futuro de la fotografía indígena en México.

LA CULTURA INDÍGENA EN LA PINTURA MEXICANA DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
- Universidad de Salamanca
- Edición: Kindle, 2017
Desde cuando el pueblo mexicano logró independizarse políticamente de España, el mundo artístico nacional decidió lograr otro nivel. No se debía sacar más de la fuente cultural europea, ni tampoco crear obras por y para ella; con la Revolución Mexicana se confortó la autoconfianza, se abrieron puertas políticas para el artista moderno y se empezó a crear una pintura que logró obtener un carácter autónomo. Es un carácter marcado aún por influencias extranjeras, pero ahora como producto de inspiración y desde luego no como imitación. Simultáneamente el artista logra dejarse llevar por las culturas prehispánicas con su rica variedad, por los impulsos indígenas contemporáneos y por la naturaleza de su tierra. Sin embargo, y eso no es simplemente un deber circunstancial sino una característica del pueblo mexicano, había absorbido todas las influencias occidentales siguiendo normas españolas durante la colonia y francesas en el siglo XIX, y parece también no haber podido dejar de absorber las de los Estados Unidos de Norteamérica, pero siempre transformando lo obtenido, fusionándolo con la cultura indígena que puede marcarse como una constante en las oscilaciones del desarrollo nacional y artístico en México.
La pintura barroca mexicana abarca un período de aproximadamente 150 años (1640-1790), que corresponde a la mitad del reinado del Virreinato de Nueva España. En esta compleja época, las influencias multiculturales del país, influenciadas por los españoles desde la conquista (1519), se reflejan en la sociedad y la pintura. Esto fue resultado de la renuncia mutua a la aniquilación total del enemigo y la adaptación de las dos principales culturas en conflicto, así como de todos los impulsos artísticos extranjeros.
La influencia de la metrópoli en el arte novohispano es innegable, pero ¿cuán enriquecedora o destructiva fue realmente? ¿Y cuán fuertes fueron las influencias no europeas que no deben olvidarse? Las culturas indígenas sobrevivieron al dominio español y aportaron un toque especial a la pintura europeizada de su país. Pero ¿cómo lo lograron? ¿Fue la pintura barroca mexicana un portador de esas culturas? Para responder a estas preguntas, el autor ha examinado estudios ejemplares de importantes pintores que trabajaron predominantemente en los centros urbanos de Ciudad de México y Puebla, y, a través de numerosas pinturas, ha demostrado hasta qué punto las características locales influyeron en su obra.
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